domingo, 17 de junio de 2012

Rio+20: “Lo que sea para salvar al capitalismo”


El domingo en el Aterro dos Flamengos se vio distendido, más que una Cúpula dos Povos parecía una feria de artesanías, amenizada por artistas callejeros de variados países. Recorrían el parque deportistas cariocas de todas las edades, jóvenes con botellas de agua, soda o latas de la cerveza más popular de la ciudad. Y, como todos los días, cientos de uniformados de diversas fuerzas armadas del estado brasileño. Nadie quiso perder la oportunidad de tender mantas en el pasto para la venta de merchandising neohippie de toda calaña. Había desde homeópatas hasta algunos indígenas que ofrecían sonajeros, arcos, flechas, incluso falos de madera en los que se lee parte de la letra de la desvergonzada canción del momento (Eu quero tchu, eu quero tcha).
Y afuera del Aterro dos Flamengos, un grupo de jóvenes se instaló en 20 carpas, junto a carteles que reclaman “Não à construção da nova estrada que passa pelo TIPNIS”, entre otras consignas similares, además de mensajes dirigidos al presidente Evo Morales para que libere a Nina Mancilla, la joven anarquista y punk acusada de “terrorismo” porque habría hecho detonar explosivos de baja intensidad en cajeros automáticos de la ciudad de La Paz. Paradojas de un gobierno que se dice “anticapitalista”. Quienes iniciaron esta vigilia esperaban tener contacto con los representantes de la Confederación de Pueblos Indígenas de Bolivia (CIDOB) y del Consejo Nacionales de Ayllus y Markas del Qullasuyu (CONAMAQ) que están en la Cumbre de los Pueblos sobre Rio+20. Estas dos organizaciones realizan actualmente la Novena Marcha Indígena Originaria en defensa del Territorio Indígena Parque Nacional Isiboro Sécure y de los derechos indígenas, que en esta semana podría llegar hasta la Plaza Murillo, si el Presidente los deja pasar.
En la Cumbre de los Pueblos estaba François Houtart, de Bélgica, ex sacerdote católico y actualmente –desde hace muchos años- sociólogo. Vino como vicepresidente del Foro Mundial de Alternativas, cuyo presidente es el economista egipcio Samir Amin.
Houtart, de 87 años, formula críticas desmedidamente razonables al capitalismo imperante, que en estos días encarna en representantes oficiales de más de cien países de las Naciones Unidas, quienes llegan a Rio de Janeiro para participar de la Contracumbre de los Pueblos/ Conferencia de las Naciones Unidas sobre Desarrollo Sustentable/Rio+20.
Fue profesor de Sociología en la Universidad Católica de Lovaina, en Bélgica. Ha trabajado con movimientos sociales en América latina, Asia y África. También fundó en Lovaina el Centro Tricontinental, que realiza investigaciones sociales, fundamentalmente en el área de la Economía. Desde 1952, Houtart publicó más de 50 libros sobre los temas que conoce.
Se podían escuchar las opiniones de este sociólogo, siempre y cuando no utilizara la cercana pista del aeropuerto Santos Dumont uno de los innumerables aviones que salían y llegaban a cada rato. Había que escucharlo mientras descansaban las manos y las gargantas de los grupos de jóvenes que paran todo el día cantando y tocando sus instrumentos, lo cual –a pesar de que sean cualificados músicos- dificulta mucho la comprensión de diálogos entre todas las personas participantes de la Cumbre de los Pueblos, sobre todo durante las plenarias de las organizaciones sociales.
-Estamos tratando de definir alternativas frente a la crisis actual, que es una crisis de sistema, no es solamente una crisis coyuntural. Tratamos de definir no solamente regulaciones del sistema, sino también alternativas- dijo Houtart.
-En la Conferencia “Rio+20”, se prevé que se va a tratar de… no sé si la palabra es “imponer”…
-Sí, es imponer.
-… la llamada “economía verde”.
-He escrito uno de mis últimos libros sobre los agrocombustibles, con los cuales también se pretende proponer una solución verde al problema de la crisis energética. Es una hipocresía absolutamente increíble, porque de hecho, cuando se analizan los motivos reales de la implementación de la “economía verde”, se ve que son totalmente los contrarios. Los gobiernos siguen en la lógica del capitalismo, solamente piensan en una economía orientada por la ganancia en función de la acumulación del capital. Y orientada por la ignorancia de lo que ellos mismos llaman “externalidades”, es decir lo que es externo al cálculo del mercado, como son los daños ecológicos y los daños sociales. No es el mercado quien paga, no es el capital quien paga los daños. Solamente son las comunidades, son las sociedades. En los últimos años los gobiernos y las empresas empezaron a pintarse de verde, porque ahora constatan que el cambio climático afecta a la ganancia del capital. Por eso empezaron a preocuparse por el problema del clima.
-La “economía verde” es una reacción del sistema capitalista, que necesita nuevos mercados para sobrevivir, necesita hacer un “metacapitaslimo” para fortalecerse con el comercio de nuevos productos.
-Siempre el sistema capitalista queda en las mismas lógicas. Como se dice en estas conferencias internacionales de las Naciones Unidas, las medidas que se tomen deben ser “market friendly”, es decir amigas del mercado. Están preocupados por lo grave de la situación, pero de todas maneras creen que las soluciones deben construirse dentro de la lógica del mercado. Por eso se habla del mercado de carbono, del mercado de servicios ambientales, etcétera. Y realmente es grave, es una contradicción fundamental, porque las prácticas sobre energía verde para producir etanol o producir agrodiesel destruyen la mitad de la tierra que usan. Yo he visto eso en África o en Indonesia, por ejemplo, y aquí en América latina, en Colombia y en América central. Es lo que genera el monocultivo para producir agrocombustible, y otros productos también, pero los agrocombustibles en particular son absolutamente destructores de la biodiversidad. Con el empleo masivo de productos químicos se contamina los suelos, las aguas, los mares; todo eso para producir energía verde. El resultado final de esta producción es, a veces, mucho peor que la utilización de la energía fósil.
-¿Y los pensadores del capitalismo no prevén que no hay solución por este camino? Si este planeta no tuviera agua, no tendría capacidad de albergar vida, como cualquier planeta sin agua no puede albergar vida. Pero parece que hacia eso estamos de ida.
-Cuando he tenido oportunidad de hablar con gente de las Naciones Unidas, también del Banco Mundial y otros organismos de ese tipo, el cinismo de la gente que está allá es increíble: están listos para abandonar o para hacer matar a la mitad de la humanidad, lo que sea para salvar al capitalismo. Con esa misma lógica vemos que ahora está Europa, con todos estos programas de ajuste o programas de austeridad para finalmente salvar al sistema financiero. Los estados se endeudan para salvar al sistema financiero y a la deuda debe pagarla el pueblo, disminuyendo el salario mínimo de la gente, disminuyendo las pensiones, disminuyendo los gastos de educación, de salud. Increíble pero es así.
-En este camino, de acá a unos años se va a mercantilizar hasta el aire. Nos podrían meter un tubo por la nariz y medir la cantidad que respiramos, para cobrarnos en consecuencia.
-En la selva amazónica, las empresas empiezan a mercantilizar el oxígeno. Así no estamos tan lejos de esta tontería total, es por eso que Rosa Luxemburgo decía “socialismo o barbarie”. Estamos en medio de la construcción de una situación extremadamente negativa para la Tierra y también para la humanidad. Por eso la lucha de todos los movimientos de los pueblos es tan importante, porque es posible actuar de otra manera. Pero eso exige una voluntad política y la voluntad política la tiene solamente la fuerza de los pueblos. No va a venir del capital, evidentemente.
-Entre las exposiciones que hubo hasta ahora en esta cumbre, se ve que mucha gente rechaza la mercantilización de la naturaleza, pero declara que aceptaría pagar un poco por ciertos componentes o funciones de la naturaleza ¿No cree que es la entrada a la mercantilización de la naturaleza?
-Pienso que debemos tratar de promover un buen análisis de la situación. No se trata solamente de reclamar, de protestar contra cosas que son inaceptables, aunque claro está ese es un paso indispensable. También debemos tratar de entender el por qué ¿Por qué estamos frente a esta destrucción de la biodiversidad? Llegamos a la conclusión de que es por la lógica de la organización del sistema económico. Debemos trabajar sobre las causas, no solamente sobre los efectos. Una segunda cuestión es que, evidentemente, debemos organizar mecanismos que permitan ahorrar los recursos limitados que tenemos. Ya es una nueva conciencia que está progresando poco a poco de parte de los movimientos, la conciencia de que el planeta no es inagotable, estamos viviendo en un planeta que es agotable y al cual la lógica del sistema capitalista está destruyendo, de tal manera que ya excedimos por mucho la capacidad de regeneración de la Tierra, de la Madre Tierra. Debemos encontrar mecanismos para ahorrar todas las riquezas naturales. Y establecer mecanismos puede significar poner un precio. Pero no un precio como mercancía, sino un precio para llegar a la conciencia de que eso no es inagotable. Trabajo para la UNESCO desde hace más o menos 20 años, sobre la cultura y la energía, y he hecho encuestas en muchos países y he visto que en algunos países socialistas había un despilfarro enorme de agua y de electricidad porque casi no costaban nada. No digo que eso significa que los recursos naturales deban entrar en la lógica del mercado, pero sí debemos encontrar mecanismos que nos obliguen a ahorrar. Eso me parece también importante.
-Tengo la idea de que, unos años atrás, en los sectores sociales se hablaba más de cambiar al sistema por uno nuevo. Ahora se habla más de buscar dentro de este sistema imperante la forma de que nos duela menos vivir en él.
-Ese es un peligro real. Es un poco lo que vemos en los países progresistas de América latina, en los líderes de esos países. Veo que todavía hay una perspectiva muy desarrollista en Ecuador, en Bolivia, en Venezuela, en Nicaragua, sin hablar evidentemente de Brasil o de Argentina, donde el modelo dicta claramente desarrollarse con la lógica capitalista y redistribuir una parte del subproducto. Hubo cambios en estos países, hubo muchos logros, no debemos despreciar los logros. Pero está la perspectiva de que algunos de los cambios no son cambios de transición hacia otro modelo, sino finalmente una adaptación del modelo capitalista a nuevas demandas comunitarias o sociales o ecológicas. Es un peligro para el futuro.
-Hace unos diez años, en Argentina había una reflexión bastante expandida: “Argentina tiene un territorio tan grande y es pobre, mientras Japón con casi nada de territorio es una potencia mundial”. Ahí estaba la visión de que un país debe explotar al máximo sus recursos naturales si quiere mejorar en la tabla de posiciones.
-Debemos ver la manera de salirnos de esta lógica. Fui miembro de la Comisión de Naciones Unidas sobre la crisis financiera económica. También la integraba Joseph Stiglitz, el economista norteamericano premio Nobel y que fuera vicepresidente del Banco Mundial. Fue interesante participar en esa comisión en la que yo era el único no economista. En esa comisión, los otros eran economistas de tipo neokeynesiano, pero era muy difícil hacerles entrar en otra perspectiva. A lo sumo proponían regular al sistema radicalmente, pero no pensaban en inventar otro sistema.
-La empresa de transporte aéreo TAM anunció que este 19 de junio, para celebrar que se hace la Cumbre de Rio+20, va a realizar su primer vuelo desde São Paulo hasta Rio de Janeiro en un avión alimentado por biocombustible.
-Ay, ay, ay ¿Y cuántos territorios van a destruir para hacer el etanol? Es increíble.
-También nos aclara de qué se trata la “economía verde” de Rio+20 ¿Cuál cree que será el panorama si tantos gobiernos están contentos de seguir este camino?
-Por una parte es interesante ver que tienden a preocuparse por el asunto, pero por otra parte están dando falsas respuestas. Y justamente es el papel de una cumbre como la de aquí, de los Pueblos: debemos demostrar que son falsas respuestas. Y demostrar de manera científica que hay posibilidad de hacer las cosas de otra manera. No digo que toda la gente que trabaja en este sector oficial es de mala voluntad, hay muchos que son de buena voluntad; pero aunque tienen los instrumentos para analizar la propia situación, son víctimas de ellos mismos, de esta falsedad intelectual y práctica.

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