El domingo en el Aterro dos
Flamengos se vio distendido, más que una Cúpula dos Povos parecía una feria de
artesanías, amenizada por artistas callejeros de variados países. Recorrían el
parque deportistas cariocas de todas las edades, jóvenes con botellas de agua,
soda o latas de la cerveza más popular de la ciudad. Y, como todos los días,
cientos de uniformados de diversas fuerzas armadas del estado brasileño. Nadie
quiso perder la oportunidad de tender mantas en el pasto para la venta de
merchandising neohippie de toda calaña. Había desde homeópatas hasta algunos
indígenas que ofrecían sonajeros, arcos, flechas, incluso falos de madera en
los que se lee parte de la letra de la desvergonzada canción del momento (Eu quero tchu, eu quero tcha).
Y afuera del Aterro dos Flamengos,
un grupo de jóvenes se instaló en 20 carpas, junto a carteles que reclaman “Não à construção da nova
estrada que passa pelo TIPNIS”, entre otras consignas
similares, además de mensajes dirigidos al presidente Evo Morales para que
libere a Nina Mancilla, la joven anarquista y punk acusada de “terrorismo”
porque habría hecho detonar explosivos de baja intensidad en cajeros
automáticos de la ciudad de La Paz. Paradojas de un gobierno que se dice
“anticapitalista”. Quienes iniciaron esta vigilia esperaban tener
contacto con los representantes de la Confederación de Pueblos Indígenas de
Bolivia (CIDOB) y del Consejo Nacionales de Ayllus y Markas del Qullasuyu
(CONAMAQ) que están en la Cumbre de los Pueblos sobre Rio+20. Estas dos
organizaciones realizan actualmente la Novena Marcha Indígena Originaria en
defensa del Territorio Indígena Parque Nacional Isiboro Sécure y de los
derechos indígenas, que en esta semana podría llegar hasta la Plaza Murillo, si
el Presidente los deja pasar.
En la Cumbre de los Pueblos estaba
François Houtart, de Bélgica, ex sacerdote católico y actualmente –desde
hace muchos años- sociólogo. Vino como vicepresidente del Foro Mundial de Alternativas,
cuyo presidente es el economista egipcio Samir Amin.
Houtart, de 87 años, formula
críticas desmedidamente razonables al capitalismo imperante, que en estos días
encarna en representantes oficiales de más de cien países de las Naciones
Unidas, quienes llegan a Rio de Janeiro para participar de la Contracumbre de
los Pueblos/ Conferencia de las Naciones Unidas sobre Desarrollo
Sustentable/Rio+20.
Fue profesor de Sociología en la Universidad
Católica de Lovaina, en Bélgica. Ha trabajado con movimientos sociales en América
latina, Asia y África. También fundó en Lovaina el Centro Tricontinental, que
realiza investigaciones sociales, fundamentalmente en el área de la Economía.
Desde 1952, Houtart publicó más de 50 libros sobre los temas que conoce.
Se podían escuchar las opiniones
de este sociólogo, siempre y cuando no utilizara la cercana pista del
aeropuerto Santos Dumont uno de los innumerables aviones que salían y llegaban
a cada rato. Había que escucharlo mientras descansaban las manos y las gargantas
de los grupos de jóvenes que paran todo el día cantando y tocando sus
instrumentos, lo cual –a pesar de que sean cualificados músicos- dificulta
mucho la comprensión de diálogos entre todas las personas participantes de la
Cumbre de los Pueblos, sobre todo durante las plenarias de las organizaciones
sociales.
-Estamos tratando de definir
alternativas frente a la crisis actual, que es una crisis de sistema, no es
solamente una crisis coyuntural. Tratamos de definir no solamente regulaciones
del sistema, sino también alternativas- dijo Houtart.
-En la Conferencia “Rio+20”, se prevé que se va a tratar de… no sé si
la palabra es “imponer”…
-Sí, es imponer.
-… la llamada “economía verde”.
-He escrito uno de mis últimos
libros sobre los agrocombustibles, con los cuales también se pretende proponer
una solución verde al problema de la crisis energética. Es una hipocresía
absolutamente increíble, porque de hecho, cuando se analizan los motivos reales
de la implementación de la “economía verde”, se ve que son totalmente los contrarios.
Los gobiernos siguen en la lógica del capitalismo, solamente piensan en una
economía orientada por la ganancia en función de la acumulación del capital. Y orientada
por la ignorancia de lo que ellos mismos llaman “externalidades”, es decir lo
que es externo al cálculo del mercado, como son los daños ecológicos y los
daños sociales. No es el mercado quien paga, no es el capital quien paga los
daños. Solamente son las comunidades, son las sociedades. En los últimos años los
gobiernos y las empresas empezaron a pintarse de verde, porque ahora constatan
que el cambio climático afecta a la ganancia del capital. Por eso empezaron a
preocuparse por el problema del clima.
-La “economía verde” es una reacción del sistema capitalista, que
necesita nuevos mercados para sobrevivir, necesita hacer un “metacapitaslimo”
para fortalecerse con el comercio de nuevos productos.
-Siempre el sistema capitalista
queda en las mismas lógicas. Como se dice en estas conferencias internacionales
de las Naciones Unidas, las medidas que se tomen deben ser “market friendly”,
es decir amigas del mercado. Están preocupados por lo grave de la situación,
pero de todas maneras creen que las soluciones deben construirse dentro de la
lógica del mercado. Por eso se habla del mercado de carbono, del mercado de
servicios ambientales, etcétera. Y realmente es grave, es una contradicción
fundamental, porque las prácticas sobre energía verde para producir etanol o
producir agrodiesel destruyen la mitad de la tierra que usan. Yo he visto eso
en África o en Indonesia, por ejemplo, y aquí en América latina, en Colombia y
en América central. Es lo que genera el monocultivo para producir agrocombustible,
y otros productos también, pero los agrocombustibles en particular son absolutamente
destructores de la biodiversidad. Con el empleo masivo de productos químicos se
contamina los suelos, las aguas, los mares; todo eso para producir energía
verde. El resultado final de esta producción es, a veces, mucho peor que la
utilización de la energía fósil.
-¿Y los pensadores del capitalismo no prevén que no hay solución por
este camino? Si este planeta no tuviera agua, no tendría capacidad de albergar vida,
como cualquier planeta sin agua no puede albergar vida. Pero parece que hacia eso
estamos de ida.
-Cuando he tenido oportunidad de
hablar con gente de las Naciones Unidas, también del Banco Mundial y otros organismos
de ese tipo, el cinismo de la gente que está allá es increíble: están listos
para abandonar o para hacer matar a la mitad de la humanidad, lo que sea para
salvar al capitalismo. Con esa misma lógica vemos que ahora está Europa, con
todos estos programas de ajuste o programas de austeridad para finalmente
salvar al sistema financiero. Los estados se endeudan para salvar al sistema
financiero y a la deuda debe pagarla el pueblo, disminuyendo el salario mínimo de
la gente, disminuyendo las pensiones, disminuyendo los gastos de educación, de
salud. Increíble pero es así.
-En este camino, de acá a unos años se va a mercantilizar hasta el aire.
Nos podrían meter un tubo por la nariz y medir la cantidad que respiramos, para
cobrarnos en consecuencia.
-En la selva amazónica, las
empresas empiezan a mercantilizar el oxígeno. Así no estamos tan lejos de esta
tontería total, es por eso que Rosa Luxemburgo decía “socialismo o barbarie”. Estamos
en medio de la construcción de una situación extremadamente negativa para la
Tierra y también para la humanidad. Por eso la lucha de todos los movimientos
de los pueblos es tan importante, porque es posible actuar de otra manera. Pero
eso exige una voluntad política y la voluntad política la tiene solamente la
fuerza de los pueblos. No va a venir del capital, evidentemente.
-Entre las exposiciones que hubo hasta ahora en esta cumbre, se ve que
mucha gente rechaza la mercantilización de la naturaleza, pero declara que aceptaría
pagar un poco por ciertos componentes o funciones de la naturaleza ¿No cree que
es la entrada a la mercantilización de la naturaleza?
-Pienso que debemos tratar de promover
un buen análisis de la situación. No se trata solamente de reclamar, de
protestar contra cosas que son inaceptables, aunque claro está ese es un paso
indispensable. También debemos tratar de entender el por qué ¿Por qué estamos
frente a esta destrucción de la biodiversidad? Llegamos a la conclusión de que
es por la lógica de la organización del sistema económico. Debemos trabajar
sobre las causas, no solamente sobre los efectos. Una segunda cuestión es que,
evidentemente, debemos organizar mecanismos que permitan ahorrar los recursos
limitados que tenemos. Ya es una nueva conciencia que está progresando poco a
poco de parte de los movimientos, la conciencia de que el planeta no es
inagotable, estamos viviendo en un planeta que es agotable y al cual la lógica
del sistema capitalista está destruyendo, de tal manera que ya excedimos por mucho
la capacidad de regeneración de la Tierra, de la Madre Tierra. Debemos
encontrar mecanismos para ahorrar todas las riquezas naturales. Y establecer
mecanismos puede significar poner un precio. Pero no un precio como mercancía, sino
un precio para llegar a la conciencia de que eso no es inagotable. Trabajo para
la UNESCO desde hace más o menos 20 años, sobre la cultura y la energía, y he
hecho encuestas en muchos países y he visto que en algunos países socialistas
había un despilfarro enorme de agua y de electricidad porque casi no costaban
nada. No digo que eso significa que los recursos naturales deban entrar en la
lógica del mercado, pero sí debemos encontrar mecanismos que nos obliguen a
ahorrar. Eso me parece también importante.
-Tengo la idea de que, unos años atrás, en los sectores sociales se hablaba
más de cambiar al sistema por uno nuevo. Ahora se habla más de buscar dentro de
este sistema imperante la forma de que nos duela menos vivir en él.
-Ese es un peligro real. Es un
poco lo que vemos en los países progresistas de América latina, en los líderes
de esos países. Veo que todavía hay una perspectiva muy desarrollista en Ecuador,
en Bolivia, en Venezuela, en Nicaragua, sin hablar evidentemente de Brasil o de
Argentina, donde el modelo dicta claramente desarrollarse con la lógica
capitalista y redistribuir una parte del subproducto. Hubo cambios en estos
países, hubo muchos logros, no debemos despreciar los logros. Pero está la
perspectiva de que algunos de los cambios no son cambios de transición hacia
otro modelo, sino finalmente una adaptación del modelo capitalista a nuevas
demandas comunitarias o sociales o ecológicas. Es un peligro para el futuro.
-Hace unos diez años, en Argentina había una reflexión bastante
expandida: “Argentina tiene un territorio tan grande y es pobre, mientras Japón
con casi nada de territorio es una potencia mundial”. Ahí estaba la visión de
que un país debe explotar al máximo sus recursos naturales si quiere mejorar en
la tabla de posiciones.
-Debemos ver la manera de salirnos
de esta lógica. Fui miembro de la Comisión de Naciones Unidas sobre la crisis
financiera económica. También la integraba Joseph Stiglitz, el economista
norteamericano premio Nobel y que fuera vicepresidente del Banco Mundial. Fue
interesante participar en esa comisión en la que yo era el único no economista.
En esa comisión, los otros eran economistas de tipo neokeynesiano, pero era muy
difícil hacerles entrar en otra perspectiva. A lo sumo proponían regular al
sistema radicalmente, pero no pensaban en inventar otro sistema.
-La empresa de transporte aéreo TAM anunció que este 19 de junio, para
celebrar que se hace la Cumbre de Rio+20, va a realizar su primer vuelo desde São Paulo
hasta Rio de Janeiro en un avión alimentado por biocombustible.
-Ay, ay, ay ¿Y cuántos territorios
van a destruir para hacer el etanol? Es increíble.
-También nos aclara de qué se trata la “economía verde” de Rio+20 ¿Cuál
cree que será el panorama si tantos gobiernos están contentos de seguir este
camino?
-Por una parte es interesante ver
que tienden a preocuparse por el asunto, pero por otra parte están dando falsas
respuestas. Y justamente es el papel de una cumbre como la de aquí, de los Pueblos:
debemos demostrar que son falsas respuestas. Y demostrar de manera científica que
hay posibilidad de hacer las cosas de otra manera. No digo que toda la gente
que trabaja en este sector oficial es de mala voluntad, hay muchos que son de
buena voluntad; pero aunque tienen los instrumentos para analizar la propia
situación, son víctimas de ellos mismos, de esta falsedad intelectual y práctica.
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