La Octava Marcha indígena sigue levantando polvo en su caminata hacia la ciudad de La Paz, adonde esperan estar el próximo fin de semana. Esta tarde llegaron a la comunidad de San Pedro, luego de andar más de ocho horas (31 kilómetros) desde la ciudad de Caranavi, donde la despedida a las y los marchistas fue tan cariñosa como su recibimiento. En cuanto al diálogo con el gobierno de Evo Morales “estamos como al principio. Desde el 15 de agosto no ha variado nada, más allá de los intentos de los ministros que han querido distraer a la columna de la marcha y han fracasado. A esto siguió el fracaso del 25 (de septiembre), cuando el Gobierno quiso deshacer a la marcha. Desde nuestro reagrupamiento vamos a paso firme para llegar a la ciudad de La Paz, porque este Gobierno tiene que entender que a título de ‘desarrollo’ no puede dejar al margen y atropellar los derechos de los pueblos indígenas”, dijo el tacana Adolfo Chávez Beyuma, presidente de la Confederación de Pueblos Indígenas de Bolivia (CIDOB).
A las cinco de la mañana empezaron a sonar los petardos y la música ruidosa para levantar a los 1200 marchistas, con el plan de dejar Caranavi a las seis. Hasta el campamento de los indígenas llegaron decenas de vecinos para despedir y desearles lo mejor en el camino y en la ciudad de La Paz. Cuando se dirigían hacia la avenida Mariscal Santa Cruz para irse, una movilidad con un parlante se puso adelante y convocó a los vecinos a despertarse, así veían alejarse a la marcha.
Un anciano abrazó a un trabajador de la prensa y le dijo “felicitamos a los hermanos del TIPNIS”. Cuando se le explicó que no se trataba de un marchista sino de un periodista, el señor exclamó “nosotros estamos con ellos”, y señalaba a la fila de indígenas que parecía interminable.
“¡Bravo hermanos!”, los aplaudía gente subida a los techos de las casas de Caranavi, muchas todavía en construcción. La octava marcha pasó el puente que lleva a Villa La Paz, último barrio antes ingresar al polvoriento paisaje verde de la carretera. Allí también los despidieron y, como buenos huéspedes, pidieron a los marchistas regresar cuando lo desearan.
Las y los indígenas de los 36 pueblos de Bolivia, más una decena de extranjeros, se fueron con sus arcos, sus flechas, sus banderas y pancartas recién pintadas, luego de que las originales fueran incautadas y destruidas por la Policía Nacional en el ataque de Yucumo, el 25 de septiembre pasado. Muchos marchistas llevan mochilas con motivos infantiles, como Batman, Barbie o personajes de Walt Disney. Es lo que les llegó de las donaciones del pueblo de Rurrenabaque, por ejemplo, que liberó a 300 marchistas detenidos por los policías. En ellas guardan lo poco que recuperaron del campamento de Chaparina, o las cosas nuevas que les regaló la población solidaria.
Las y los indígenas se detuvieron a las 14.30 en la comunidad de San Pedro, junto al río Coroico, que acompañó la caminata de hoy. En esta población de cincuenta familias los recibieron con refresco para las bocas empolvadas. Mañana, si avanzan hasta Yolosa, estarán a 98 kilómetros de la plaza Murillo.
Para este tramo, las y los marchistas piden el apoyo de la población y les den ponchillos para la lluvia, porque en la transición del calor yungueño-frío paceño atraviesan varios aguaceros y chilcheos. También solicitan ropas de abrigo, fundamentalmente para los amazónicos, quienes pasarán por la Cumbre los kilómetros más helados de la octava marcha. Las y los representantes del Consejo Nacional de Ayllus y Markas del Qullasuyu (CONAMAQ) aclararon que por ellos no hay problema, porque en climas de ese tipo viven desde que nacieron.
También necesitan carne, frutas y medicamentos, para resistir las caminatas esforzadas de los próximos días. Además necesitarán agua, la cual solicitaron a la población de Caranavi, porque actualmente es la población más cercana a la octava marcha. Fernando Vargas Mosúa, presidente de la Subcentral de comunidades del Territorio Indígena Parque Nacional Isiboro Sécure (TIPNIS), elogió la relación que las y los caranaveños establecieron con la marcha.
“Ahora se siente que este país está viviendo en una dictadura, porque todo aquel que quiere reclamar por sus derechos es reprendido, es masacrado, es humillado. El pueblo de Caranavi ha venido a despedirnos porque cree que esta lucha que hoy estamos realizando los pueblos indígenas es para que de ahora en adelante no se vuelvan a vulnerar los derechos de los pueblos indígenas, los derechos individuales y sobre todo que se respete a la Madre Tierra, a la naturaleza, a la biodiversidad, a la Casa Grande de los pueblos indígenas, donde vivimos cada uno de nosotros”, dijo el dirigente del pueblo Mojeño.
“El pueblo de Caranavi ha entendido que esperarnos a los marchistas es hacer un encuentro de nacionalidades, para demostrarle al país y al Gobierno que los pueblos y las naciones de este país nos tenemos que respetar, nos tenemos que apoyar unos a otros para llevar adelante nuestro país”, agregó Vargas. En Caranavi se han sumado varios marchistas, con lo que ya son alrededor de 1200 personas.
“Del TIPNIS han llegado 70 hermanas y hermanos. Eso para nosotros es una gran fortaleza. También de CPILAP (Central de los Pueblos Indígenas de La Paz) se han unido, del TIM (Territorio Indígena Multiétnico) se han sumado. Esto pues nos da más coraje, pero no de ese coraje de pelear, sino del coraje para exigir respeto a los derechos y que la justicia sea realmente una justicia”, dijo Vargas.
Ayer, visitaron el campamento de la marcha los senadores Gabriela Montaño y Adolfo Mendoza, quienes socializaron un proyecto de ley corta para suspender temporalmente las obras de la carretera Villa Tunari-San Ignacio de Moxos, mientras no se consulte a los habitantes del TIPNIS si la quieren. Esta iniciativa fue inmediatamente descartada por las y los marchistas. Y exigieron al Gobierno nacional formar una comisión donde estén los diputados indígenas Pedro Nuni y Bienvenido Zacu, junto a otros legisladores del Movimiento Al Socialismo (MAS), para consensuar una normativa que proteja al TIPNIS de carreteras y otras destrucciones.
“Hay una comisión de nuestros parlamentarios indígenas que debe trabajar una propuesta de ley, en ella se debe garantizar que el TIPNIS no será destruido, ni ahora ni mañana ni nunca. Esta ley, sobre todo, debe garantizar la existencia de los pueblos indígenas, la vida en relación armónica con la naturaleza. Si realmente quieren a este país los senadores del oficialismo, deben cumplir la Constitución. No les pedimos a ninguna autoridad que nos haga un favor, ni que nos den preferencia a los pueblos indígenas, lo único que pedimos es respeto a nuestros derechos”, dijo el mojeño.
“Mientras seguimos marchando, nuestros hermanos diputados van a venir a informarnos sobre el grado de avance y de compatibilidad que estén alcanzando en este proyecto de ley”, agregó.
En La Paz
El aymara tata Rafael Quispe Flores, mallku de Industrias Extractivas del CONAMAQ, había pasado unos días por La Paz, donde se reunió con dirigentes de varias organizaciones sociales urbanas de esa ciudad y de El Alto.
“Esperábamos que el Presidente llegara hasta Caranavi, pero ahora que continuamos la marcha cambia el panorama político de Bolivia, porque ya no hay retorno para nosotros. Tenemos que llegar a la ciudad de La Paz, donde vamos a mantener nuestro pedido de que se respete a los territorios indígenas. Pero hemos visto que las instituciones, las organizaciones sociales de La Paz se están preparando para todo o nada. Dicen que este es un Gobierno insensible, y eso no es posible. Así nos lo han manifestado. Nuestra marcha pacifista se va a mantener, porque somos la reserva moral. Las instituciones harán su trabajo. El Presidente no es consciente de que esto se está preparando, porque al estar en el poder él ya se cree Hitler, quiere consolidar un Gobierno fascista y el pueblo no le va a permitir eso. El pueblo se va a movilizar a partir de la llegada de la marcha a La Paz”, dijo Quispe.
En esta región del país, los vehículos avanzan por la carretera pegados a la montaña y siempre de la mano izquierda, al modo de países como Inglaterra. Esto genera confusión entre los marchistas y también entre los guardias de la marcha, que no terminan de ubicarse. El jefe de los guardias indígenas fue a regañar al encargado de escoltar la marcha, al frente, que guiaba a la marcha por el carril derecho, como es normal en el resto de Bolivia.
-Hermano ¿por qué no entiende? Esta es nuestra ruta (el carril izquierdo), este es peligro (el carril derecho)–medio como que le gritó dando señales vehementes con los brazos. “Que sea la última vez”, le advirtió al guardia bastante confundido.
El presidente de la CIDOB aclaró una vez más que la Octava Marcha Indígena no se opone a la construcción de la carretera Villa Tunari-San Ignacio de Moxos. “Nosotros manifestamos que la carretera no debe atravesar el corazón del TIPNIS, sino que debe tener un desvío por otras vías alternativas, sin afectar al territorio de los pueblos Chimán, Yuracaré y Mojeño Trinitario. El Gobierno tiene que entenderlo. Y como este Gobierno se dice que es un buen prestamista, seguramente debe tener a varios financiadores para completar el dinero que requeriría un desvío de la carretera, así no afectaría al TIPNIS”.
(Comisión de Comunicación de la Octava Marcha Indígena)
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